Algunos debieron salir mientras las paredes y las maderas iban a parar a la profundidad del río, que vorazmente desaparecía parte del caserío.
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Por Llenis Jiménez del Periódico HOY
Devoró todo lo que encontró a su paso y en pocos minutos descargó su furia, dando en el blanco de quienes tenían poco y ahora quedaron sin nada. El río Haina lanzó su coraje en cinco barrios pobres de Quitasueño. En un solo lugar destruyó la mayoría de las casas de 67 familias.
Algunos debieron salir mientras las paredes y las maderas iban a parar a la profundidad del río, que vorazmente desaparecía parte del caserío.
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Por Llenis Jiménez del Periódico HOY
Devoró todo lo que encontró a su paso y en pocos minutos descargó su furia, dando en el blanco de quienes tenían poco y ahora quedaron sin nada. El río Haina lanzó su coraje en cinco barrios pobres de Quitasueño. En un solo lugar destruyó la mayoría de las casas de 67 familias.
Algunos debieron salir mientras las paredes y las maderas iban a parar a la profundidad del río, que vorazmente desaparecía parte del caserío.
La sentencia fatal fue a las 9:30 de la mañana del pasado lunes para la gente del barrio La Altagracia, de Quitasueño.
Había llovido todo el domingo por el paso de la tormenta Noel. Santa Montero pasó la noche del domingo dando seguimiento a la crecida del río en la rancheta junto a sus dos hijos pequeños.
Cada diez minutos se paraba en la diminuta ventana de madera para observar el nivel de la crecida y, en ocasiones, salía a la calle a telefonear a la Defensa Civil para pedir auxilio. No tuvo respuesta.
A las 5:00 de la mañana, con el agua cerca de la puerta, la mujer cargó con sus hijos, dejando los escasos ajuares que logró adquirir con los mil pesos que cada mes le envía su marido desde Puerto Rico, a donde llegó ilegal. Cuatro horas y media después, vio su baño de madera ser arrastrado por el río Haina, así se fue un pedazo de la parte de atrás de la casa; siguieron las camas, las sillas, la estufa, la ropa, los trastos y hasta los medicamentos de los niños.
Con la voz entrecortada, la joven mujer cuenta lo sucedido el infeliz día.
El aciago tocó a todos en Quitasueño. A Sonia Delgado la pérdida de todo le resultó triple. Su casa y su sanitario se fueron al río, al que ella le había tomado prestado un pedazo de su zona.
La diminuta casa, separada del río con neumáticos de vehículos y sacos llenos de arena, la compartía con su hija parida de dos hijos y otra familia que le llegó de Padre Las Casas, en el Sur profundo. Delgado quedó con la ropa que tenía puesta.
El hogar de Ana Luisa Guillén se redujo a escombros. En cuanto el río se desbordó tocó la pared que había levantado para protegerse de la cañada que da al Haina. La casas, la mayoría con piso de tierra, están repletas de lodo, con la madera rota y parte del zinc levantado. El río Haina subió a una altura superior a los ocho metros. Entró a todas las viviendas. Unas 30 familias buscó ayuda casa de quien solo conocen como el coronel Aquino. Allí duermen.
El día lo pasan debajo del puente carretera Seis de Noviembre, a donde ayer los Comedores Económicos les envió alimentos. Es imposible narrar la desgracia de cada una de estas persona, las que les exigen al gobierno que las reubique a una zona segura, ya que los sacaron del anterior territorio.
El río también inundó los sectores Valle Encantado, Los Cocos, Nuestra Esperanza y Los Barracones.
EL PROPIO “CEA” LOS LLEVÓ AL RÍO
Alrededor de 89 familias de Quitasueño fueron ubicadas por la fuerza en la ribera del río Haina, el 27 de Febrero del año 2006, por disposición del Consejo Estatal del Azúcar (CEA), institución que usó su solar para construir la Casa-Club del Colegio de Abogados de la República Dominicana. Algunas personas cuentan que los guardias que les destruyeron sus anteriores casas, apenas les dieron tiempo para recoger los clavos y la madera.
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